Cualquier parecido con la realidad no es meramente una coincidencia.

sábado, 17 de octubre de 2015

Carta de despedida.

Hola, ¿qué tal? Hace tiempo que no sé de ti,
aún que tú de mí lo sigas sabiendo todo.
No sé por qué te escribo pero tenia que hacerlo,
no debería hacerlo pero me hacia falta.
Bueno, en realidad sí que sé por qué lo hago, el único motivo es despedirme de ti otra vez, una vez más.
Cortar todos los hilos que nos unen porque ya empiezan a hacer marca, empiezan a cortar, a hacer herida
y después la herida se hace costra y la costra cicatriz;
y aunque ya me haya empezado a hacer cicatriz creo que ya basta, que no quiero que siga haciéndolo, porque entonces quién me va a querer;
porque si me sigo haciendo daño cómo me voy a querer.
Lo primero, no sé ni por qué  tú te fijaste en mí si solo soy la idiota que espera de pie, en la estación, mientras llueve;
no tengo nada de especial.
Soy un puto puzzle al que le faltan piezas porque alguien que intentó construirme se llevó unas cuantas,
porque algunas están quemadas por el incendio que más de una persona provocó sin intención de luego volver para apagarlo,
porque algunas desaparecieron por cada despedida;
porque las que quedaban están rotas por niños infelices y niñas caprichosas.
Ya que tú te has ido, y me has dejado aquí, te podrías haber llevado todo tu recuerdo.
Te podrías haber llevado a Boza y todas sus putas canciones, porque sí, porque justo a la altura de mis ojos se ha quedado la puta pena;
también a Rulo porque yo no quiero saber ni en quién piensas antes de apagar la luz ni quién está cuando despiertas tú, porque esa persona no soy yo;
te podrías llevar mis noches de insomnio y las pesadillas porque estoy harta de revivirlas una y mil veces y porque mi madre está hasta las narices de despertar, de madrugada, oyendo tu nombre gritado entre lágrimas; 
que ya estoy harta de partirme la voz por ti, gritando, para que por lo menos te gires.
Porque como dice la señorita Gae:
"Si llego a saber que tocarte tenía las caricias contadas me hubiese pegado a tu piel y no a tu recuerdo".
Pero yo no lo sabia y a mí se me terminó el duro,
como se suele decir.
Llegué, más de una noche, a rozar el suelo con mis, ya despellejadas, rodillas
y el choque no provocó revoluciones,
provocó destrozos de dentro a fuera,
de ti a mí.
Porque no, la montaña rusa no sigue su recorrido porque el piloto abandonó el vagón y yo, muy a mi pesar, no se pilotar
aunque, más de mil veces, haya dicho que sí.
A veces miento, he de admitirlo,
soy mentirosa compulsiva de promesas que no valen nada;
y otras veces digo verdades con forma de mentira que nadie cree.
Esta es mi vida, no busques más vueltas de hoja porque sería inútil buscar el libro que nadie escribió sobre mí para leer sus últimas páginas.
Como puedes apreciar, las palabras no son mi fuerte,
las odio y ellas me odian a mí pero, mira tú por dónde, me estan ayudando a escribir esta carta de despedida hacia una persona que se fue sin despedirse;
hacia una persona que hace tiempo que no me lee.
Así que, seas quien seas, gracias por leer la carta de despedida con destinatario ausente y remitente fuera de cobertura.

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