Parece que nos hemos acostumbrado a caer y no dejamos de hacerlo.
Yo, que siempre he sido de los que quieren quedarse a vivir en ese instante en el que la montaña rusa llega arriba,
ahora no hago otra cosa que no sea caer en picado y con los ojos vendados.
Hace un tiempo aguantamos que nos den hostias de dos en dos y de tres en tres,
y cuando lo dejan volvemos a esperar con la cabeza y la cara bien alta a que nos den otra,
Una tras otra, una tras otra, una tras otra, una tras...
Volvemos a ponernos de pie en mitad del acantilado para volver a andar al ras del precipicio y nos vuelven a tirar.
Mi vida últimamente es una continua pared de escalada y no sé escalar,
espero a que todo se inunde y salir a flote.
Me mantengo en pie pese al cambio climático .
Pero ahora me deshago de todo lo que sobra.
De todo.
Agarro lo que me entra en los bolsillos y no me pesa,
y me pongo a andar.
Lo único que tengo claro es una cosa.
-Y es que soltando lastre se vuela mucho mejor-.