Cualquier parecido con la realidad no es meramente una coincidencia.

jueves, 18 de febrero de 2016

Del día que lloré arañas.

Como un niño abandonado en la puerta de un orfanato.
Como el primer suspenso de una persona acostumbrada a sacar dieces.
Como cuando te giras y nadie sujeta el sillín de la bicicleta.
Como el golpe que no esperas en el dedo meñique.
Como quién esconde su orientación sexual.
Como no ser aceptado por la sociedad por no ser como quieren que seas.
Como quien no tiene fecha feliz que recordar.
Como quien no tiene un número con alguien a quien quiere.
Como quien no tiene un color favorito compartido.
Como quien quiere y no es querido.
Como los padres que se avergüenzan de su hijo artista.
Como volver a casa sola por la noche.
Como que nadie te recuerde que tienes que coger la chaqueta estando a -10°C.
Como no acordarte de que hoy daban lluvia
y tú sin paraguas.
Como que nadie te diga que llemes cuando llegues.
Como nacer muerto a los 48 años.
Como cerrar hospitales.
Como incendiar bibliotecas y quemar libros.
Como cortar las manos a un escritor.
Como callar a un músico y romper las melodías a sonidos de pistola.
Como partir las piernas a un atleta.
Como cortar las alas a una mariposa.
Como que te llevaban a metros bajo tierra
y estabas a decenas de años de mí.
Como que ese día Alberto llevaba un año muerto.

Como el día que lloré arañas;
y tú no estabas.

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