Cualquier parecido con la realidad no es meramente una coincidencia.

sábado, 3 de octubre de 2015

Las estaciones.

Como tú ya sabes,
la primavera se marchó
y pasó por nuestra cara,
como si de una hostia se tratara,
en busca del verano.
Y como también sabes,
el verano le esperaba a ella en la estación,
y que hay veranos que no son buenos
amores no correspondidos
y primaveras kamikazes.
Y así pasó.
Como ya sabes,
porque, al igual que yo, tú lo viste,
el verano ha venido con su liderazgo
llevándose todo por delante
y quemando a la primavera con su ardiente sol.
Pero es que, amor.
Como también sabes,
soy un poco kamikaze y no lo puedo evitar.
Ya sabes que a mí el verano me coge
y no me suelta,
y yo no voy a ser menos que esa persona
que se agarra a sus días
y deja que pasen
de dos en dos
o de tres en tres.
Como si no lo supieras...
ya que contigo no pasan
ni de dos en dos,
ni de tres en tres;
contigo ya me encargo yo
de robarle los días al calendario
y hacer fiesta.
Por lo tanto, el verano, se me hace demasiado corto y no me deja tiempo para respirar un minuto
cuando llega el otoño apretando las tuercas del tiempo.
Y entonces llega éste
y yo no puedo hacer otra cosa que no sea escribir sobre la primera
y el mes de abril que robamos a Sabina,
sobre cómo florecí junto a ti
al igual que los cerezos de Neruda.
Pero el invierno no le concede ni un minuto más
y llega bajando las temperaturas
al bajo cero.
Y yo no puedo evitar meterme bajo la manta y refugiarme en el recuerdo del verano,
a tu lado,
recordarte a ti paseando con tu ropa de baño,
paseando sin zapatillas por mi habitación
y riéndote  de la muerte;
no puedo evitar recordarte sintiéndote la persona más viva de este mundo.
Y mientras,
la primavera renace de sus cenizas
y se abre paso
para volver con el liderazgo de los cerezos en flor,
de las tormentas acunadas
y de pillarte leyendo Neruda.
En la cama.

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