Cualquier parecido con la realidad no es meramente una coincidencia.

domingo, 2 de agosto de 2015

El bosque de los sueños.

Me he dado cuenta de que hay lugares que me hacen más feliz que personas;
y personas que da igual de dónde vengan porque siempre me harán feliz.

Hablo de esos lugares en los que te pierdes
y de esas personas que te encuentras.
Hablo de noches  en vela,
entre risas y sonrisas,
contando estrellas.
Hablo de las personas que se convierten en familia, en hombro en el que llorar de pena y alegría en mitad de un abrazo de esos que transmiten que todo irá bien.
Que se convierten en espalda para llevarte a cuestas cuando no puedes más,
en apoyo, soporte, regazo, hogar...
en paracaídas para salvarme de una muerte inminente.
En salvavidas en mitad de, éste, mi  naufragio.
Pero sobre todo en sonrisa.

Hablo del lugar donde el cielo está más despejado que nunca,
donde las estrellas brillan más que en cualquier otra parte;
la verdad, creo que brillan porque reflejan la luz de todas y cada una de las personas que, durante este tiempo, viven bajo el mismo cielo.
Hablo de esas personas que conoces un día cualquiera,
en media hora,
y a las que no podría olvidar;
ni en diecinueve días, ni en quinientas noches.

Y hoy vuelvo.
Vuelvo al bosque de los sueños.
Vuelvo a verte una vez más.
Vuelvo a soñar despierta.
Vuelvo a caer en ese profundo sueño que se rompe el último día con una lágrima.
Vuelvo a las noches en vela.
Vuelvo a no soñar,
a no cerrar los ojos,
por miedo a despertar en una pesadilla de la que no pueda salir.
Vuelvo a desear volverlos a ver.

Sí hoy vuelvo es solamente por verte a ti
y no tengo ni idea de qué cojones voy a sentir,
al verte allí.

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