Cualquier parecido con la realidad no es meramente una coincidencia.

martes, 17 de febrero de 2015

Para siempre.

Hace tiempo me dijeron que todos tenemos un día predestinado desde el día que nacemos.
Pero en tu caso quisiste crecer demasiado rápido o, simplemente, quisiste ser niño para siempre; aunque lo más seguro es que quisieses ser libre de cualquier manera posible, el mayor tiempo posible. Para siempre.
Si te digo la verdad nunca pensé que te irías.
No, tú no.
Y, sin embargo, lo hiciste; te fuiste.
Parece mentira que este día se haya convertido en la escusa para reunirnos toda la clase, a tu lado, con los recuerdos en los ojos y el anelo entre tus manos.
Parece mentira que hayamos tenido que llegar hasta este punto.
Y aún lo recuerdo como si fuese ayer; como lo estoy viviendo hoy.
Todavía recuerdo cómo todos los profesores nos mandaron cerrar los libros y escribirte.
Y todos lo hicimos, guardamos los libros, y te escribimos una carta con remitente y destinatario; aunque, en este caso, no te iban a llegar.
Supongo que lo hicimos por necesidad y no por obligación, ni tampoco por deseo; nadie quería esto.
Recuerdo cómo, entre lágrimas, toda la clase nos pusimos de acuerdo, por primera vez; y recuerdo como los llantos de anelo, desesperación y tristeza se convertían en la banda sonora de las más tristes palabra jamás escritas en un papel.
Y hoy, otra vez, de nuevo, en este lugar el cual nunca voy, vamos, a olvidar sólo te puedo decir:
Que hola de nuevo, viejo amigo.
Que aún recuerdo tu cara en educación física cuando con esa canción te saqué una sonrisa.
Que aún recuerdo cómo mis ojos se inundaban cuando mis pies este mismo suelo pisaban.
Que aún te echo de menos.
Que aún te echamos de menos.
Y que por cierto, espero que la libertad sea tan bonita como la pintan porque algunos estamos intentando salir de esta "jaula" sin un rasguño y así, en un futuro, poder verte en un mundo menos oscuro.

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